Hace unos días llegaba una gran noticia: el regreso de Eric Abidal tras superar un cáncer con trasplante de hígado incluido. No me voy a detener más en los detalles, es de sobra conocido y está explicado mucho mejor de lo que yo podría hacerlo en muchos otros sitios.
Una persona que supera un cáncer (el puto cáncer) es motivo de alegría y esperanza para todos quien más quien menos tiene o ha tenido alguien cercano que ha luchado contra esta enfermedad y muchas veces no tienen el final deseado. Es la vida.
De entre todo lo que se ha dicho y escrito (que es mucho) me ha llamado la atención este artículo del imprescindible magazine de Martí Perarnau. Es cierto lo que dice, una enfermedad tan desconocida como el cáncer elimina las diferencias: da igual el dinero, la fama, la condición física... te ataca y punto. Sin patrón, sin justicia, sin lógica.
Hace unas semanas cuando conocía que entraba en una convocatoria para un partido oficial en el que además estaba también Tito tras varios meses tratándose de un tumor, no pude evitar que me invadiera una sensación agridulce. Intentaré explicarme.
Hasta en la igualdad somos distintos. Ellos son altos, fuertes, guapos, millonarios y buenos. Ahora incluso nos solo son los mejores, también son humildes. Lo tienen todo y además al parecer hasta el cáncer les respeta.
Pero claro, todos somos iguales pero unos son más iguales que otros. Estoy seguro que todo lo que se ha dicho estas últimas semanas sobre Eric Abidal es cierto y no dudo que es un luchador; pero también sospecho que el cáncer no se supera por ser un luchador.
Yo más bien creo que Abidal ha superado el cáncer sobretodo porque ha tenido suerte, mucha suerte, ya que el tipo de cáncer no era muy agresivo, se detectó a tiempo y además tiene la suerte también que puede permitirse cualquier tratamiento, el mejor, el más caro y bueno. Su entrenador ha estado en Nueva York tratándose algo que tampoco está al alcance de muchos. Parece que pasa un poco desapercibido.
Muy contento por Abidal, ha superado un cáncer es, sin duda un motivo de alegría, motivación y esperanza para muchos, pero no puedo evitar ese poso de injusticia que me deja.
Abidal uno que se acercó a nosotros, pero no llegó a ser uno de los nuestros. Suerte la suya.
Saludos!