Yo siempre he sido un poco autista. He necesitado de mis secuencias y mis rutinas para funcionar en el día a día. Bueno, lo que se dice funcionar es bastante cuestionable que lo haya conseguido durante algún tiempo. Quizá sería más correcto decir vivir.
Estas rutinas mientras ayudan a llevar el día a día por un lado; por el otro limitan la existencia, ya que suele ser difícil salir de ellas. Desde hace algunos meses todas mis secuencias han saltado por los aires y claro, es un follón.
Uno de mis rasgos autistas tiene que ver con la lectura. He sido casi incapaz de dejar un libro sin terminar pero no solo eso, también he sido incapaz de leer 2 libros a la vez, cuando alguien me comentaba que lo hacía, me parecía una marcianada.
Pues bien, esta semana me he sorprendido leyendo ¡3 libros a la vez en 2 idiomas distintos! Como para volverse loco, pero ahí estoy siguiendo el hilo de cada uno de ellos.
Vengo a contar esto porque entre tanto libro, se ha dado una de esas coincidencias que a mi tanto me gustan y de las que enseguida supe que saldría un post, aunque quizá la coincidencia esté más en mi cabeza; quién sabe.
En dos de los libros (ambos casos reales) sus protagonistas llegan a situaciones extremas en las que cualquier mínimo error significa "quedarse en el sitio" (nunca mejor dicho) incluso ese temido "fin" puede llegar sin error de por medio. Son situaciones extremas en las que hay muchos elementos que escapan de su control. Estoy hablando de lugares tan diferentes como la inmensidad del océano y 7000 metros de altura.
Los dos son grandes expertos en su situación tanto en experiencia (práctica); como en conocimiento (teoría); pero en ambos casos antes del momento clave, de tomar una decisión y pese a saber muy bien qué es lo que hay que hacer aparecen las dudas.
Sé lo que debería hacer, me lo han demostrado, lo entendí, lo he ensayado, incluso lo he hecho alguna vez en otra situación algo menos límite y vi muy claro que era la forma de salir de aquí pero... "y si".
Porque claro, en tierra firme con el oxígeno habitual todo se ve muy claro pero ahora llega el momento y estando en el filo, desaparece cualquier certeza y hasta el más experto es capaz de dudar hasta de dónde tiene su mano derecha.
Me gustó leer que los mejores también dudan ya que yo, como canta Quique González "tengo la fe pero tengo las dudas" y confieso que en ocasiones pienso en meter en un saco todos mis principios, llevarlos a algún lugar bien lejos y allí hacer una pequeña hoguera (que no dan para mucho más) con ellos que por lo menos me dé calor, aunque sea un rato.
Y mientras pienso esto, a veces entro en Facebook y Twitter donde choco con tanta frase lapidaria, tantas reflexiones certeras y tanta seguridad; tantos planteamientos claros. Me veo superado.
Yo siempre he pensado que si por algo me caracterizo es por tener apenas dos o tres certezas en mi vida en los momentos de máximo esplendor, de esos de los que quizá hace ya algún tiempo.
Al final y pese a todo, reconozco que me alegro aunque es cierto que no estoy ni mucho menos subiendo el Everest ni naufragando en mitad del océano pero a mi pequeño nivel estoy mojándome y poniendo cada uno de mis miedos y certezas en práctica.
Ni más ni menos.