23 may 2022
TIRO AL POSTE
17 may 2022
NI NACE CON LAS VICTORIAS, NI MUERE CON LOS DESCENSOS
Hay una escena en Notting Hill en la que uno de los personajes organiza una cena en su casa con algunos amigos, uno de ellos va acompañado de una famosa actriz de Hollywood con la que ha empezado a salir. Allí, cuando están tomando el postre llega un momento en que se dan cuenta que solo queda un trozo de brownie, así que para decidir quién se lo come se les ocurre un divertido y macabro juego: el que convenza a los demás de que su vida es la más triste, gana.
Empieza entonces una triste, divertida y patética competición por demostrar quién es más desgraciado: el infeliz en su trabajo, la chica soltera que se siente fea y triste, la amiga en silla de ruedas que además no puede tener hijos o el divorciado que abandonó sus sueños profesionales si es que estos no le abandonaron a él antes. Pero el punto culminante es cuando la maravillosa Julia Roberts pide su oportunidad para sorpresa de todos: una desdichada vida de rica, permanentemente a dieta, expuesta siempre al escrutinio del público y con la sensación de que muy pronto vas a dejar de tener una buena consideración profesional. Entre otras cosas.
Todo muy triste. “Casi lo consigues pero no”, le dicen.
Sin dramas, sin excesos, con conciencia de quiénes somos y con el orgullo de haberlo vivido juntos, con nuestras muchas sombras y pocas luces. Pero con la certeza y el honor de estar en el lado bueno.
El sentimiento ni nace con las victorias, ni muere con los descensos.
Aunque en esta ciudad no tengamos derecho al último trozo de brownie.
8 may 2022
NUNCA CHOVEU QUE NON ESCAMPARA
Esta semana ha llovido tanto que hubo una noche que cuando la lluvia me despertó no tuve más remedio que comprobar que seguía viviendo en Valencia, que de alguna rocambolesca manera no había vuelto a Inverness sin darme cuenta.
Que lo dudara no sé si
es fruto de la cantidad de situaciones inesperadas por las que he pasado últimamente
o porque definitivamente algo aquí dentro está haciendo clic sin remedio.
El caso es que seguía en
Valencia. Y Valencia en España.
El día siguiente esto seguía siendo Escocia.
Esa tarde, volvía hacia casa cargando más peso que otras veces; llevaba tristeza, responsabilidad, cansancio y algunas bolsas en una mano, en la otra un paraguas. Llegó el momento en que ya no pesaba demasiado, ya ni me mojaba, en definitiva: todo parecía controlado, incluso rocé la ilusión a algo parecido a la ilusión: un
podcast entretenido en los oídos; las promesas de una buena ducha, una cena tranquila y un libro interesante iban ganando espacio en mi cabeza.
Tras un día intenso llegaba la recompensa.
Miré hacia arriba pensando que el cielo no mostraba ningún interés en dar una tregua y en ese momento: ¡Chof! Una baldosa suelta, pantalón sucio hasta la rodilla, zapatillas empapadas y la temperatura corporal unos 10º menos en segundos.
Maravilloso.
Saqué como pude las llaves al llegar al portal y entré en casa más sucio, frío y derrotado que ayer, otra vez por elementos más
grandes que yo y también, es justo reconocerlo, porque muy listo no soy.
En la vida, nos empeñamos en buscar
las respuestas cuando muchas veces que lo que no nos damos cuenta es lo
importante que es encontrar las preguntas correctas. El resto suele llegar de forma
más sencilla.
Tanto mirar hacia arriba y se me olvida que por muy alto que quiera llegar, empiezas y acabas con los pies en el suelo.
3 may 2022
BANQUILLAZO
Cuando era niño y me preguntaban
qué quería ser de mayor, lo confesara o no, siempre pensaba que el mejor
trabajo del mundo era el de tercer portero de un equipo de primera división: a
poco que te paguen da para vivir bien, te dedicas a hacer deporte todos los
días, tampoco hay que madrugar demasiado, estás en forma y, además, muy mal se
tiene que dar para no ya para jugar o liarla, sino para ir convocado: fines de
semana libres.
Quizá no es algo que pensara solo de
niño.
Aunque entiendo que hay quien tiene otras
aspiraciones en la vida y siente la frustración de estar en el banquillo.
Comprendo
a aquél que llega a un club nuevo con todo lo que implica: adaptarse a otra
ciudad, a veces hasta un país distinto con las maletas llenas de ilusiones y
ganas de jugar; hacer bien las cosas y saber hasta dónde eres capaz de
dar.
Y pasa que no siempre las oportunidades se
dan. Muchas veces uno sabe que no el problema no es que no trabajes o lo
quieras lo suficiente, porque a veces lo quieres demasiado. Pero hay cosas que
no dependen de ti. Nadie te puede asegurar que nada vaya a cambiar.
Pero tienes que seguir porque si bajas los
brazos sí hay algo que tienes asegurado.
Otras veces tienes oportunidades en
circunstancias adversas, e incluso pasa que tuviste una oportunidad y las cosas
no salieron como pensabas. Y cuesta volver a encontrar otra.
Hay otros que llevan años en el club, lo
conocen bien. Han dado su esfuerzo, compromiso y, conocen bien sus limitaciones
dando buen rendimiento hasta que el club decide traer a otro que no siempre
está más capacitado, pero todos sabemos lo que gusta la novedad. A mí me pasa con
los libros: los que me apetece leer son los que están en librerías y no en
casa.
Será justo o no, pero es una realidad ante
la que poco se puede hacer.
Hay algunos también que tuvieron la
oportunidad de irse a otro sitio, y al plantear la posibilidad se les dijo que
no, que lo necesitaban en el equipo este año. Después de algunos meses en los
que no entiende muy bien para qué lo necesitaban, la situación no es lo
que se esperaba.
Cuando vivo estas situaciones en las que las cosas no salen, (que pasa más de lo que debería), siempre pienso que lo peor no es la frustración del fracaso. Eso es algo que se puede llevar. Lo jodido es que siempre aparece alguien que saca la bandera del discursito, el inconfundible capitán a posteriori.
Cuando hacen falta soluciones realistas a
tiempo, no se le ve. Debe estar ocupado dando lecciones a otros que no las
necesitan.
Porque a estas altura nos las hemos
visto de todos los colores.