22 nov 2014

COSAS QUE IMPORTAN II

Qué bonita y que bien podemos vestir la derrota, es algo fantástico.

El abnegado deportista que lucha por sus sueños sabiendo que es improbable llegar a ningún sitio y aun así sale cada día a entrenar pese al frío, el sueño, la incompresión de muchos de los que le rodean con su peste a conformismo y comodidad para acabar derrotado por la realidad -tan tenaz ella- y pese a ello, pese a las dudas que le asaltan sobre si merecerá la pena, sobre si tiene sentido, mañana volverá a salir ahí fuera porque entiende que la vida es solo seguir peleando.

Bien, quizá no siempre sales derrotado. Voy a contar algo.

Últimamente tengo el pensamiento de que me he pasado la vida "empatando". No he conseguido grandes logros pero quizá tampoco haya caído en fracasos irreparables. Todo muy mediocre, muy normalito: unos días ganas y otros pierdes; aunque la mayoría de las veces darlo todo ha llevado a insípidos "cero ceros".

Sin muchos problemas para ser no sé, un Numancia. ¡Eh! Y tiene su mérito: equilibrio, dignidad y honestidad: no todos pueden decirlo. Está muy bien.


Pero llegó el momento cuando ya no lo esperabas, casi sin darte cuenta te habías resignado a disfrutar ahí, y sin haber cambiado nada de tu manera de hacer las cosas en el que ganas 3 días seguidos y de repente ves el éxito cerca: huele a "Champions". Haces cuentas y... no está tan lejos.

¿Cómo renunciar a algo así? Es algo con lo que ni tan siquiera tenías permitido soñar. Tu no naciste para ello.

Y es ahí donde te topas contigo mismo. Cambiar tantos años de mediocridad no es fácil. La tendencia a "dejarse llevar", a coger el desvío hacia abajo cuando el camino se complica. Todo eso ya no vale.

Y uno espera que las ganas de llegar donde nunca se estuvo sean superiores a todo lo demás. Porque nunca antes estuve aquí y mucho menos allí arriba.

Y quiero llegar arriba, claro que sí.


21 nov 2014

COSAS QUE IMPORTAN

Fue hace 3 o 4 años.

Una noche de sábado de las que se funden con la mañana siguiente, me acosté justo cuando "empezaba a amanecer". Un rato después me levanté, cogí el coche de mis padres y me fui a Alicante. Allí se jugaba un Hércules-Depor.

Al acabar el partido un amigo me llamó y me preguntó por el resultado: 1-0 perdimos. Se rió. Yo le pregunté que de qué se reía y contestó "que le hacía gracia que después de todo mi equipo perdió. Y sin marcar ni un gol" añadió.

Supe que uno de los dos no había entendido nada.


Pensé que la siguiente vez que lo viera tendría que explicárselo: Si hubiese sabido que el partido estaba ganado; me quedo en la cama ¿porque para qué? Pero no lo hice.

Quizá porque era de esas ocasiones que te supera la pereza y también porque hay cosas que no se pueden explicar. Se entienden o no se entienden.

¿Cómo puedo explicar porqué me subo a un autobús a las 6 de la mañana, para ir a Madrid o Barcelona sabiendo que quizá con un poco de suerte solo nos caen 3? Y aun así pensar y si sí. ¿O ir a Lleida a las 3 de la tarde para estar de vuelta a las 11 de la noche?

Y acostarse sin cenar. Y llorar. Y saber que no es importante. Y acordarte de que en realidad a esos "11 cabrones les da igual". Y que aun así duela.

Porque el fútbol no tiene que ver con fútbol. Es otra cosa.

Y solo se puede explicar de otra forma. Con una palabra porque esto, amigos míos es amor.

¿Y puede alguien explicar el amor a quien no lo siente?

15 nov 2014

THE POPPIES

Hace unos días (en Septiembre) pude volver a pisar las calles de mi ciudad tras varios meses lejos. Es curioso, en ocasiones tengo ganas de vivir algunas cosas solo por saber cómo me voy a sentir o cómo voy a reaccionar. Supongo que forma parte de mi idiotez, de mis limitaciones: no saber qué me va a pasar por dentro cuando ocurra algo que sé que va a ocurrir. Por mucho que intente anticiparlo, no lo consigo y acabo sorprendiéndome a mí mismo.

Como todo, supongo que tiene ventajas e inconvenientes.

Decía que volví a Valencia; es verdad que todas las veces que vas o vienes son distintas pero esta era la más diferente de todas (no esperes leer aquí por qué, claro).

Yo no sé si estuve mucho o poco, pero sí puedo asegurar que en cada paseo, en cada vuelta que daba por la ciudad venían, a mi cabeza imágenes de guerra.

Para mi Valencia fue esos días una ciudad que había sido devastada por una batalla tremenda. Todo era gris. No había una sola calle, ningún edificio sin las marcas de las balas. Algunas calles más que otras, claro. Por ejemplo, en el centro de la ciudad no quedaba un solo edificio en pie, la plaza de toros había sido sustituida por un enorme socabón tras ser alcanzada por varias bombas. De la plaza del ayuntamiento no quedaban ni los restos y podría seguir por la calle San Vicente, La Paz, etcétera. Pero creo que se me entiende.

Y ya ves, quizá por vivir en el Reino Unido, por mi insoportable manía de mezclarlo todo, porque cuando te sientes cayendo, te aferras a lo que puedes, o vete a saber por qué; me acordé de la historia de las amapolas de Flandes.

En esos días no había ninguna, todo era oscuro, sucio y gris. Pero salí de allí pensando (aunque sin creerlo de verdad) que quizá la próxima vez que pasara por allí habrían empezado a florecer.



Pero las amapolas fueron en Noviembre.

10 nov 2014

HABLEMOS DE CORRER

Hoy vengo aquí a hablar de deporte. De mi deporte.

De vez en cuando recuerdo que este blog lo abrí para hablar de mis entrenamientos, de alguna carrera y de todo lo que tenía que ver con el deporte de los cobardes. Poco a poco todo ha ido evolucionando. Supongo que fracasar en todas y cada una de las carreras en las que me metía no era suficiente y ha acabado desvariando en una especie de diario en el que vienen a aterrizar algunas de mi frustraciones juveniles

No sé dónde leí hace poco que nuestras desgracias ocurren porque no somos capaces de mantenernos quietos sin movernos en un cuadrado durante mucho tiempo. Después de leer una frase así me dan ganas de cerrar el chiringuito y dejarlo todo, es insuperable tanta verdad.

Cuando me metí en esta aventura escocesa era muy consciente de mi extrema dificultad para el inglés (que es mucha, muchísima) y para qué engañarnos, lo hice sin casi ninguna fe en mis posibilidades (sobrestimamos la confianza, eso lo dejo para otro día).

Digo esto, porque cuando uno decide que pese a las dificultades se va a meter de lleno en un proyecto dificilísimo, la lógica creo que marca que toca centrarse a tope y ocupar todo el esfuerzo, ganas y trabajo en mejorar, en ir superándose paso a paso para aprender todo lo que pueda, cuanto más mejor. Todo trabajo sumará y no hay esfuerzo baldío.

Luego la realidad es mucho más compleja. Como ese entrenador que explicaba que su táctica antes de cada partido era perfecta pero en cuanto el árbitro da comienzo al partido los jugadores empiezan a moverse y se fastidia todo.

Conocer que hay que hacer y no hacerlo es malo; ser consciente de dónde están tus fallos y no arreglarlos, es peor; y si además de no arreglarlos te recreas en ello, es de aurora boreal.

Así me va a ir en la vida, supongo.

Vuelvo al tema (mi capacidad de dispersión es infinita) y es que ahora que debería incluso estar escribiendo esto en inglés, yo sigo a lo mío: entrenando cada día.

Corro por muchísimos motivos, corro incluso hasta cuando no debería hacerlo y aunque nunca se sabe, espero seguir corriendo durante muchísimos años más. Podría ponerme algo mísitico (de sobra sabes que tengo tendencia a ello) y contar que corro como convicción personal o que corriendo me conozco a mí mismo mucho mejor. Y no sería mentira. Pero sobretodo corro porque me gusta y físicamente me siento muy bien.

Así que ahora que debería estar enfocándome a estudiar, invierto unas cuantas horas a la semana en prepararme físicamente. Y cuanto más invierto más veo que me falta y así parece que estoy más centrado en hacer deporte que en estudiar, y tampoco es eso.


Echo muchísimo de menos las carreras, hace meses que no me pongo un dorsal en el pecho y ya tengo la inscripción para, y se dice pronto, la segunda carrera que voy a hacer este año, la primera en suelo español (qué pretenciosa y qué bien queda esa frase) será el 21 de Diciembre en Picanya. Como un niño el día de Reyes.

Luego quizá y dependiendo de muchas circunstancias que no están en mi mano, igual vaya a alguna San Silvestre, por cómo entreno tengo muchas ganas de hacer un 10k, creo que me saldría muy bien.

A partir de ahí, el 5 de Enero ya de vuelta en la isla empezaré a preparar la media maratón de Inverness con un objetivo nada fácil: superar la marca del año pasado. 3 meses que pueden dar mucho de sí.

Ya veis, escribo con tanta ilusión que no me permite ordenar las ideas y contar que estoy entrenando sin pulsómetro, que hace un frío que pela, que entrenar de noche tiene su encanto, que las montañas me tienen atrapado y que el verano con todo lo bueno y lo malo quedó ya atrás. 

Ojalá tuviera las mismas ganas para otras cosas.

5 nov 2014

1 AÑO, 1 MES, 1 DÍA

El día que se cumplió mi primer aniversario en esta isla a pesar de estar muy ocupado, encontré 20 segundos para pensativo dirigir mi mirada arriba a la derecha y con una mueca acerqué a mi cabeza el siguiente pensamiento (acompañándolo de un suspiro, claro): "¡ay! cómo pasa el tiempo" 

Después pensé que sería mucho más original escribir el clásico post melancólico haciendo balance cuando se cumpliera un año, un mes y un día.

El paralelismo con la condena ahí quda.

Y ahora me encuentro aquí, el día señalado con mi originalidad y nada más. Nada que aportar. Pocas cosas debe haber peores que tratar de envolver un paquete de originalidad y belleza para darte cuenta en el último momento que no tienes nada que meter dentro.

Pero no es el caso ¿no?

Porque claro que tengo historias que contar, hay un proceso detrás de una mudanza así, de un viaje hacia lo desconocido. El problema es que no creo que vaya a aportar nada nuevo. Esta línea continuaría diciendo verdades como que no me arrepiento de haber dado ese paso, que a pesar de que hay momentos duros, de la soledad que se siente a veces y de toda la incertidumbre vivida, valoro mucho las experiencias vividas (y llevo unas cuantas) por lo que si pongo todo en la balanza, el saldo es positivo.

Pero claro, el párrafo anterior lo firmarían el 95% (tirando por lo bajo) de los españoles que hemos salido en los últimos 5 años que entreviste el CIS.

Y sin embargo últimamente me ha dado por dudar de esta certeza. Toda elección supone una renuncia, a no se sabe muy bien qué; así que no estoy en condiciones de asegurar que haber cogido otro camino por improbable que fuera, estuviese ahora en una mejor condición, más cerca o más lejos de donde sea que debo llegar. 

Es algo que no sé y no creo que sepa nunca.


Como no sé casi nada. Veo en ocasiones a mi alrededor a tantos explicando de una forma tan clara qué es lo que pasa, porqué pasa y qué habría que hacer para que la realidad fuese mejor que me asusta. Yo cuanto más escucho, cuanto más leo, más perdido me encuentro.

A veces recuerdo a mi admirado Ballester y me da por pensar que la gente no tiene "ni puta idea de la vida" pero si me paro a pensar, me doy cuenta que soy yo el que en realidad no sabe nada. Cada vez sé menos.

Hace poco alguien muy cercano a mi me reprochaba que debería estar más contento (y ojalá tenga razón) pero si he tenido un compañero de viaje que no se haya separado de mi, ese ha sido "duda".

Estamos aprendiendo a llevarnos bien.