Qué bonita y que bien podemos vestir la derrota, es algo fantástico.
El abnegado deportista que lucha por sus sueños sabiendo que es improbable llegar a ningún sitio y aun así sale cada día a entrenar pese al frío, el sueño, la incompresión de muchos de los que le rodean con su peste a conformismo y comodidad para acabar derrotado por la realidad -tan tenaz ella- y pese a ello, pese a las dudas que le asaltan sobre si merecerá la pena, sobre si tiene sentido, mañana volverá a salir ahí fuera porque entiende que la vida es solo seguir peleando.
Bien, quizá no siempre sales derrotado. Voy a contar algo.
Últimamente tengo el pensamiento de que me he pasado la vida "empatando". No he conseguido grandes logros pero quizá tampoco haya caído en fracasos irreparables. Todo muymediocre, muy normalito: unos días ganas y otros pierdes; aunque la mayoría de las veces darlo todo ha llevado a insípidos "cero ceros".
Sin muchos problemas para ser no sé, un Numancia. ¡Eh! Y tiene su mérito: equilibrio, dignidad y honestidad: no todos pueden decirlo. Está muy bien.
Pero llegó el momento cuando ya no lo esperabas, casi sin darte cuenta te habías resignado a disfrutar ahí, y sin haber cambiado nada de tu manera de hacer las cosas en el que ganas 3 días seguidos y de repente ves el éxito cerca: huele a "Champions". Haces cuentas y... no está tan lejos.
¿Cómo renunciar a algo así? Es algo con lo que ni tan siquiera tenías permitido soñar. Tu no naciste para ello.
Y es ahí donde te topas contigo mismo. Cambiar tantos años de mediocridad no es fácil. La tendencia a "dejarse llevar", a coger el desvío hacia abajo cuando el camino se complica. Todo eso ya no vale.
Y uno espera que las ganas de llegar donde nunca se estuvo sean superiores a todo lo demás. Porque nunca antes estuve aquí y mucho menos allí arriba.
Y quiero llegar arriba, claro que sí.
El abnegado deportista que lucha por sus sueños sabiendo que es improbable llegar a ningún sitio y aun así sale cada día a entrenar pese al frío, el sueño, la incompresión de muchos de los que le rodean con su peste a conformismo y comodidad para acabar derrotado por la realidad -tan tenaz ella- y pese a ello, pese a las dudas que le asaltan sobre si merecerá la pena, sobre si tiene sentido, mañana volverá a salir ahí fuera porque entiende que la vida es solo seguir peleando.
Bien, quizá no siempre sales derrotado. Voy a contar algo.
Últimamente tengo el pensamiento de que me he pasado la vida "empatando". No he conseguido grandes logros pero quizá tampoco haya caído en fracasos irreparables. Todo muy
Sin muchos problemas para ser no sé, un Numancia. ¡Eh! Y tiene su mérito: equilibrio, dignidad y honestidad: no todos pueden decirlo. Está muy bien.
Pero llegó el momento cuando ya no lo esperabas, casi sin darte cuenta te habías resignado a disfrutar ahí, y sin haber cambiado nada de tu manera de hacer las cosas en el que ganas 3 días seguidos y de repente ves el éxito cerca: huele a "Champions". Haces cuentas y... no está tan lejos.
¿Cómo renunciar a algo así? Es algo con lo que ni tan siquiera tenías permitido soñar. Tu no naciste para ello.
Y es ahí donde te topas contigo mismo. Cambiar tantos años de mediocridad no es fácil. La tendencia a "dejarse llevar", a coger el desvío hacia abajo cuando el camino se complica. Todo eso ya no vale.
Y uno espera que las ganas de llegar donde nunca se estuvo sean superiores a todo lo demás. Porque nunca antes estuve aquí y mucho menos allí arriba.
Y quiero llegar arriba, claro que sí.