21 abr 2022

LA CIUDAD ESTRELLA-DA

Siempre le agradeceré a La La Land que me enseñara la capacidad del ser humano de generar historias que me sorprendan hasta ese nivel. Me recuerda mi insignificancia. Hay escenas que soy incapaz de verlas con la boca cerrada. Me fascinan.

Uno no elige sus traumas, son los traumas los que eligen a uno.

La escena final de la película es de un romanticismo y un amor que ni en Disney fueron capaces  de imaginar: la protagonista vuelve con su marido a su ciudad, después de estar cumpliendo los sueños de su vida en Europa, la casualidad les lleva al garito del que fue su pareja, que también ha conseguido cumplir su sueño (¡viva el cine!) allí él está tocando el piano, se encuentran sus miradas y ella empieza a imaginar y soñar cómo hubiese sido su vida con él: sus genialidades, lo que la hacía reír, los hijos que tendrían, el hogar que  hubiesen construido entre los dos y  ¡ay! lo guapo que es. Todo esto hubiera tenido de haber renunciado a su carrera artística y quedarse con aquel con el que quizá vivió el amor más intenso, real y puro de toda su vida. Pero eso no volverá, no podrá nunca ni acercarse a vivir algo parecido a lo que tuvo con ese hombre. 

Su vida quizá sea feliz aunque para cumplir sus sueños de niña haya tenido que renunciar a ese amor y conformarse con otro más tranquilo, mundano. Sumergida en esos pensamientos mientras suena una maravillosa música en el club de jazz que lleva el nombre que ella sugirió un día. Imagina una vida fantástica y maravillosa con el hombre que tiene enfrente CON SU MARIDO AL LADO.

Acaba la canción y durante los aplausos, la pareja le dice a la chica si se quiere quedar un poco más, ella le dice que no (supongo que es momento de huir de sí misma) se levantan y se van PERO justo antes de salir del local, ella se gira y las miradas se reencuentran y es en ese momento cuando le sale el gesto más sincero de toda la escena, una mirada de complicidad que solo le puede salir con Ryan Gosling, ¿con quién si no?


Cada vez que en una boda suena la banda sonora de esta película, intento imaginar quién será el Gosling de esa historia, si estará invitado. Pero seguramente solo exista en mi perjudicada cabeza.

Porque esto a ti no te ha pasado ni te pasará, ¿verdad?

11 abr 2022

CARTA AL PASADO

 Hola David:

Aquí estoy en una cafetería junto al tranvía con un ordenador portátil escribiéndote una carta que en realidad si recibieras no cambiaría nada. O sí, pero, aunque cambiaran algunas cosas, la esencia seguiría siendo la misma.

Te voy a ahorrar detalles: estás empezando a pensar algo que vas a defender muchos años, sí, hablo del “manual para vivir”, que te diera la respuesta adecuada para cada momento, aunque en el fondo sabes (lo reconozcas o no) que si existiera, lo utilizarías para seguir haciendo lo que te dé la gana.

Hasta lo harías más convencido.

¿Crees que ya has escuchado demasiadas veces eso de “no te quejes del colegio, que luego lo echaras de menos”? Y las que te quedan. Pero en esto no vas muy desencaminado: a ti no te va a pasar. Seguro que hay a quien le sirve, pero no es tu caso. Tú te vas a manejar igual de mal ahí fuera, pero no habrá tanta gente “dando la chapa” (perdona la expresión, que no recuerdo cuáles usaba en aquella época). Como ves, muchas cosas se olvidan, forma parte de la vida, y tiene su parte buena: hay tanto por vivir que hay que elegir. No te imaginas ni qué ni dónde.

 Otra confesión: esto de echar la vista atrás y pensar cómo podías ser tan tonto te va a pasar durante muchos años, más de lo que imaginas. Incluso asumes que toda la vida será así. Luego llega un día que descubres que no, que algunas ideas se asientan, y entonces valoras lo que eras, porque cambiar de opinión es algo buenísimo y sanísimo: solo lo hacen aquellos que evolucionan, que buscan un camino y no saben cuál será su meta.

Cuesta creer, lo sé, pero al final hasta se acaban echando de menos esos cambios.

 


Hablemos ahora de algo importante: el deporte. Si madurar es seguirlo menos o conseguir que no te afecte, estás jodido. Perdón. No, no vas a vivir de ello y tendrás más decepciones que alegrías y aun así esa semilla que ya hay dentro de ti, no deja de crecer. ¿Qué si compensa? Te lo vas a preguntar a menudo. No sé la respuesta, pero ahí estás cada semana incluyéndolo en tus planes, forma parte de quién eres, de tu manera de entender el mundo y de ti mismo. Valóralo y cuídalo.

Después de leer el último párrafo has resuelto otra duda que en realidad no tenías: el valencianismo sigue igual que siempre, no los vas a cambiar. No hay nada peor. Nada.

Querrás saber cómo va en el amor: no te va a gustar la respuesta, pero créeme (o no, lo mismo da) es la mejor que puedo dar. Solo voy a decir que lo vivas con intensidad: no entenderás la mayoría de las cosas casi nada, pero es que entenderlo tampoco sirve de mucho. Habrá decepciones, alegrías, sueños que se cumplen y otros que se rompen sin estrenar. Cada historia te va construyendo. No sé si sonará bonito como frase o si es bueno, pero es una realidad, aceptarlo y paladear los buenos momentos es una obligación. Más veces de las que crees que eras capaz de soportar, te parecerá una mierda.

Tienes dentro de ti también esa necesidad de la búsqueda de Dios que te han inculcado de pequeño. Es una realidad que conviene no ignorar. Como en tantas otras cosas hay rachas en las que tendrá más importancia que otras. Lo importante otra vez, igual no es entenderlo como no dejar de vivirlo.

No sé si al final esta carta te va a aportar más preguntas que respuestas, pero el lugar en el mundo en el que te ha tocado vivir tus certezas más sólidas están construidas sobre dudas.

Mi último consejo es que quemes esta carta, dejes que la memoria se quede con lo que quiera, y a vivir.