Uno se pasa la vida soñando con levantar esa copa. Es un sueño.
Y mientras sueño; entreno, estudio, preparo, leo, juego, acierto y fallo. Lo revisas todo y sigues trabajando con el objetivo de ser cada vez un poco mejor y de esta forma, tener la oportunidad de ganar el siguiente partido. Siempre convencido que cuanto mejor seas, más cerca estaré. Más oportunidades habrá.
Todo esto para en resumen, pasarme la vida cayendo eliminado en las rondas previas. Ni siquiera suelo llegar a disputar el torneo. Tanta preparación para justo antes de viajar allí donde uno sueña con estar, me doy cuenta de que no he dado el nivel. Sensación de ridículo y vuelta a empezar.
Pero hay veces que no.
En algunas -muy pocas- ocasiones, pese a cometer los mismos errores de siempre y algunos otros nuevos, también haces más cosas bien de las habituales y paso el corte.
Estoy dentro y la ilusión empieza a crecer, incluso pasas unas cuantas eliminatorias hasta que llega el maldito cruce de cuartos de final. Y cuando parece que por fin esta vez sí, todo va a ir bien. Todo se vuelve a caer, aquél punto débil que había conseguido proteger, se vuelve de repente una vía de agua que lo rompe todo.
Y tras la ilusión, la decepción. La sensación de fracaso, el dolor y la añoranza de otros tiempos donde hacía el ridículo porque aquél ridículo a fin de cuentas, duele menos.
1 comentario:
Y porqué no ? Algún día , que llegará , levantarás la copa.Yo así lo creo.
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