Este blog va a cumplir dentro de un par de meses 7 años. Se dice pronto, pero tela.
Es tanto tiempo que empieza a pasar lo inevitable. En las últimas semanas son ya algunas veces las que a mitad de escribir un post me ha venido a la cabeza un "esto me suena" y me he dado cuenta que estaba hablando de algo sobre lo que ya escribí.
Es una sensación extraña ver que uno empieza a repetirse y las ideas empiezan a escasear, aunque supongo que tiene que ver con que cuando uno tiene poco tiempo y está cansado acaba acudiendo a su "zona de seguridad" cual delantero ante un penalti importante (ya contaré qué es esto si no lo he hecho aun).
Cuando consigo escribir algo nuevo, acabo borrándolo ya que suelen quedar cosas excesivamente pesimistas y es que como leí en algún lugar a uno le sale por la boca (los dedos en este caso) lo que lleva en el corazón. Y no es plan de ponerse aquí a llorar (esto también lo he dicho, seguro).
Hace unos días conseguí juntar cuatro o cinco líneas que parecía que podía dar para un post pero terminaba tan triste que no lo pude empezar.
Y uno, supongo que como todos, tiene sus trucos. Cuando paso unos días así, nada como ponerme a Pablo Moro para encontrar un hilo del que tirar. Así que se me ocurrió escribir algo basado en algunas de sus letras, pero ha quedado algo tan tan personal que solo se lo dejaría leer a quien no quiere hacerlo. Y es un sinsentido.
Hay otro motivo. El miedo.
Nada como empezar a vivir (que la vida iba en serio lo aprendí tarde) para darme cuenta de que soy un cobarde. Me salen cada vez más miedos de todas partes y en los últimos meses, escribir ha sido un ejercicio premonitorio. He escrito dos textos que han plasmado lo que llevaba dentro mejor de lo que era capaz de darme cuenta y al poco de publicarlos han adquirido un sentido distinto, más potente.
Y eso me ha asustado un poco. Todavía me tengo que recuperar.
Volveré pronto. Seguro.
*El título de esta entrada está prestado de una canción de Gastelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario