Vaya por delante que intento evitar publicar nada un Lunes. Si esto de tener contada la vida aquí en internet es ya un hecho difícil de manejar y en el que constantemente se cae en el ridículo; lanzar un texto el mismo día que puedes leer a Tallón o Enric González entre otros es una frivolidad que uno no debe permitirse.
Pero aquí estoy.
En segundo lugar he de añadir que hace unos días comencé a escribir convencido de publicar un post que pretendía fuese algo decente y de repente me di cuenta que estaba hablando de amor ¡YO! ¡AQUÍ! ¿¿¿Pero qué me está pasando??? Por suerte aunque permanecen algunos restos en el borrador, volví a entrar en razón minutos antes de darle al botón naranja que dice "publicar".
Qué alivio.
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¡La foto es mía! |
La cuestión es que estas últimas semanas de "grandes cargas de trabajo" estaba intentando esconder(me) que en cierto modo he caído en la auto complacencia y se me ocurren pocas cosas peores en las que caer.
Aunque alguna hay, desde luego.
Escribía no hace mucho que la balanza esfuerzo-resultado estaba descompensada, que sinceramente sentía que la balanza estaba descompensada y que había demasiado esfuerzo para tan poca recompensa y que justo por ese motivo era muy importante seguir e incluso aumentar el esfuerzo hasta que la balanza se equilibre o incluso, quién sabe, se descompense y tener más de lo que merezco.
Pues bien, ahora que empiezo a ver algo de luz, que empieza a oírse el murmullo de los altavoces junto a la meta* y de repente ( ¡ay la incongruencia!) he bajado los brazos más de lo que debería.
Aquellos viejos fantasmas que una noche creí dejar encerrados para siempre en un cuarto oscuro y candado han averiguado la clave y se han presentado sin avisar.
Pero aun no es tarde.
*¿Qué es la meta si no una nueva línea de salida?
* Se hizo tarde, ya es martes. Uf.
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