16 jul 2023

FLIPARSE, PERO NO MUCHO

 Llevo un rato frente a la pantalla del ordenador con una página en blanco que no soy capaz de manchar con caracteres negros, tengo música en los oídos y estoy en una cafetería en la que no he pedido la clave wifi para tener menos distracciones. Normalmente cuando esto ocurre, escribo una frase o un par de líneas y las voy borrando, pero hoy ni eso. Los manos siguen sobre el teclado pero no se movían.

No hay excesivo movimiento, la música suele acompañarme cuando vengo a escribir, y lo peor, es que no me puedo esconder detrás de la falta de ideas porque me he venido aquí con un par de ellas que llevan semanas rondando por mi cabeza. 

Hace media hora, mientras me preparaba para venir hacia aquí, estaba visualizándome escribiendo un texto impresionante, algo que llegase a un escritor que me felicitara por la brillantez del texto y se lo reenviase a su editor para contactar conmigo, animarme a seguir escribiendo y me diese algún espacio con el que llegar a más gente y algún consejo para pulir el (evidente) talento y publicar algo en una modesta editorial. Algo que llegase a una chica guapa, inteligente y con inquietudes, que quizá me escribiese para decirme lo que le había gustado el texo, especialmente una idea que me matizaría, la discutiríamos y, a partir de ahí, empezar una bonita historia. Acabara como acabara.

Y sin embargo aquí estoy, lamentando mi no escritura. No habrá editor, ni chica, ni historia.

Quizá sea el calor, o que en vez de café como siempre, pedí aquarius.

Sea lo que sea, a mi cabeza vienen algunos "profetas del día después" de esos que todos conocemos que siempre tienen el arma cargada y preparada, esperando al momento perfecto para disparar -sus- porqués sobre la lejanía entre las expectativas y la realidad. Sospecho que si las circunstancias fuesen diferentes, los elementos se adaptarían, pero el argumento no variaría un ápice. Puede que incluso lo haya probado.

Y es que, simplemente, a veces no se da. Y ya está.

Mientras escribo esto suena un verso que dice "si lo barato sale caro, tu no tienes precio, le digo al tipo del espejo".

Llegados a este punto, podríamos decir que "me he vuelto a flipar", me suele pasar así que cuando esto ocurre, tengo que sacar mi "manual para desfliparse" en el que me recuerdo que tan listo no seré si no hace mucho me mordí la lengua masticando.

Pero hay más.

Solo hay que hacer una rápida búsqueda en internet para averiguar que a la gente le cambia la vida cosas muy interesantes, un viaje, normalmente a algún país de África o Asia; otros se acuerdan del día que conocieron a esa persona especial con la que su vida dio un giro; encuentro también experiencias muy emocionantes sobre lo que te marca tener un hijo, claro. Qué bonito. Hay quien incluso "ha vuelto a nacer" después de alguna experiencia concreta. ¡Guau!

Pues a mi me cambió la vida el día en que me instalé (y con ayuda) un ventilador en el techo de mi habitación. Todo cambió, y desde entonces ya no he vuelto a ser el mismo. Para bien. El desastre sigue estando presente casi a diario, pero ahora descanso mejor y vivo cómodo con él.

Tres aspas y una cajita con cuatro posiciones. Eso lo cambió todo.

Como la sencillez no está reñida con el inconformismo, este cambio me dio la lucidez necesaria para tomar otra decisión que mejoró la mejoría: dejar el teléfono descansar por las noches en silencio y lejos de la cama. Y ya. Conviene no abusar de los cambios, no vaya a ser que de tanto mejorar, todo acabe empeorando.

Se puede intuir que no soy una de las mentes más privilegiadas de mi generación, pero hay un punto de orgullo en estas dos decisiones que quizá hayan sido las más acertadas y con mejores resultados en años. No aspiro a tanto acierto en un futuro próximo.

Así que, cada vez que me encuentro con una de esas personas dispuestas a explicar lo que falla en mi vida, debo recordarme que quizá será alguien iluminado por una existencia llena de puntos de inflexión muy profundos e impactantes, con una lucidez lejos de mi alcance. Supongo que será eso y no la incapacidad de explicarse a sí mismas el motor que les lleva a explicar la vida de los demás.

Lo que seguro que no será, es alguien que su vida la cambió tres aspas.

Yo, como Manolito, desde hace algunos marzos, no entiendo nada. 

Y ya ni lo intento, es hasta más divertido así.

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