18 ene 2024

CRÓNICA MARATON VALENCIA 2023 (I)

Leía hace unos días a Manuel Vicent que escribió que "no existe otro remedio conocido para que el tiempo discurra muy despacio sin resbalar sobre la memoria, que vivir a cualquier edad pasiones nuevas, experiencias excitantes, cambios imprevistos en la rutina diaria". En definitiva, enfrentarse a lo desconocido. Sin esperarlo, sin esquivarlo.

Me pasé todo el lejano 2023 diciendo a aquél que quisiera escucharme que estaba inmerso en la locura de preparar otra maratón, pero no porque quisiera correr otra; lo que buscaba era volver a vivir por primera vez aquello que sentí en torno al km 14 del maratón de Valencia del año 2021, en la increíble recta de Botánico Cavanilles. 

Supongo que lo lógico es pensar que vivir por primera vez algo por lo que ya has pasado, es imposible. Pero cuando sentiste aquello que algunos llaman magia, acabas pensando que por qué no. 

Ocurre que a veces la vida parece un cubo de Rubik, cuando crees que ya tienes una línea, todo se mueve y se vuelve a desordenar. Mientras asisto atónito a ese imposible, al lado hay gente resolviéndolo en segundos, sin aparente esfuerzo. Pero pasó, el día 3 de diciembre todo empezó a encajar a la perfección, los cuadrados se movían por inercia.

Y me quise quedar a vivir en algunos kilómetros. Atrapar el aire con mis manos y guardarlo para siempre.

La preparación fue un Dragon Khan, llena de vueltas, subidas y bajadas imposibles. Dos años antes fue casi perfecta: iba clavando cada entrenamiento como marcaba el plan. Esta vez no había manera, por mucho que lo intentara no dejaba de tropezar: una semana con fiebre, después dos más con el "cuerpo bloqueado" incapaz de hacer 3-4 kilómetros sin parar. Cerca estuve de renunciar, parecía lo más lógico porque no pasaba nada, pero no funcionaba.

Pero un día algo aquí dentro hizo clic.

¿Qué fue? No tengo ni idea. Durante una media maratón empecé a encontrarme bien, las piernas y la cabeza se soltaron, la frustración se volvió alegría. Tuve la tentación de dedicar algo de energía a encontrar explicación, hasta que recordé que tenía algo más importante que hacer: disfrutarlo

Quizá si supiera qué fue estaría más cerca de repetirlo, pero una de parte de la magia de la vida es no saber porqué sucede lo que ocurre. Está bien así.

Oigo mucho eso de "ser como niños" y yo creo que una de las claves es esa, no perder el tiempo ni las energías que son para disfrutar buscando explicaciones fútiles, que además suelen ser más grandes que uno mismo y, además, son mucho más grandes que yo. 

Ese 22 de octubre cambió la dinámica. El punto de inflexión a partir del que empecé a disfrutar de cada entreno, a notar esa chispita en el cuerpo y a que todo fluyera. No estaba seguro que hubiese llegado a tiempo, pero entrenar ya era otra cosa. Después, unos días en La Rioja me acabaron de dar el empujón para entrar en el último mes de la preparación con la esperanza de conseguirlo.

La semana de la carrera no la puedo explicar, sentía ese gusanillo en el cuerpo que solo entienden aquellos que han vivido algo similar, esa sensación que mientras la traigo a mi cabeza para escribir estas líneas todavía me vibra en la piel. 

ILUSIÓN, creo que se llama.

Los días se deslizaban sigilosamente, sin tregua ni descanso hasta que de pronto es viernes, salgo de trabajar y lo único que hay se ve ya en el horizonte es la carrera.

Dicen que una maratón son 42,195 kms. Pero es mucho más que eso: son los 4 meses de entrenamientos; los litros de sudor derramados; los kilómetros en compañía y en solitario; las personas cercanas que te aguantan con cariño y paciencia tantas conversaciones sobre un tema que no les importa casi nada. Los nervios, las frustraciones, el odio y el amor al río Turia, a los madrugones y al sinsentido que tienen las cosas banales que tanto nos importan. En definitiva: a mi mismo.

Llegó EL DÍA. 

Antes de dirigirnos a la salida comprobé que lo llevaba todo: mi camiseta azulgrana con el dorsal al pecho, el reloj, el convencimiento de que todo había merecido la pena, los geles, las dudas y las ganas de resolver tantas horas de incertidumbre.

3 comentarios:

Tu palabra pone color dijo...

Yo soy esas" personas que te aguantan con cariño y paciencia" a las que no les interesa mucho el tema

El niño buscado de Artabán, el 4° Rey Mago dijo...

El otro día escuché que "quien corre una maratón, puede hacer cualquier cosa."

Considero que no sólo estás preparado para correr otra maratón sino también para escribir otro libro.
Mira que me he leído el blog de abajo a arriba pero...
¿Cada día escribes mejor o soy yo?

Hagas lo que hagas...
Aquí un fiel lector tuyo. Un fuerte abrazo.

Jesús Morillas Amat dijo...

Hola, soy el niño buscado de Artabán,
Corrijo, las casualidades y golpes fortuitos me han llevado a ver si habías actualizado el blog y acabo de darme con un canto en los dientes. Creo que lo que leí de abajo a arriba fue tu diario de la India y no el blog. Prometo pronto leerlo de arriba a abajo aunque visto lo visto, igual hasta me lo imprimo que hay muchas, algún año más de 200. Tiene buena pinta.
Un fuerte abrazo!