4 ago 2025

SEMÁFOROS CONTRA MONSTRUOS

Tengo la sensación de que conmigo la vida tiene una forma de funcionar un tanto compleja. 

Con lo que me gusta a mí la rutina y el orden. Supongo que es algo que le pasa a casi todo el mundo, pero como hay gente que asegura que la receta de su vida son decisiones lógicas y racionales; sumas y restas con resultados previsibles... pues no seré yo el que les diga que no es así.

Aunque lo piense. Ya me he equivocado otras veces.

Sin ir más lejos, hace unas semanas, una tarde en la que los fantasmas, los errores y miserias del ayer se organizaron para atacarme en una escena que ni Peter Jackson hubiera imaginado. La única manera que encontré para defenderme fue abrir una cuenta de Instagram. 

Quizá la solución para que el pasado no me arrolle, sea cometer nuevos y mejores errores en el presente. Que los monstruos de ayer se conviertan en incómodos mosquitos.

A veces, menos por menos es más.

Mi incursión en Instagram ha tenido consecuencias imprevisibles. La más contradictoria es que ahora paso mucho menos tiempo en redes sociales: no me adapto a Instagram, me da pereza y además, me proporciona la dosis justa de frustración para que me dé pereza entrar en Twitter.

Otra vez: menos por menos es más.

Este nuevo escenario me da la oportunidad de aprovechar el tiempo, vivir de verdad, ser una persona de provecho y alcanzar una vida plena y productiva. Pero hace calor. Y es la excusa perfecta, el amable recordatorio de que conviene no fliparse. Siempre hay una excusa para cada nueva realidad.

Así que ahora estoy sumergiéndome en nuevas maneras de perder el tiempo.

Mi favorita es pensar en ti y en lo buena pareja que haríamos 

¿Cómo hacértelo ver sin decírtelo? ¿Cómo sin exponerme demasiado?


Así que prefiero desviar mi atención hacia mi particular "imperio romano", mi obsesión más inútil y leal: 

¿Por qué en Valencia hay tantos semáforos?

Es fascinante.

Llevo décadas dándole vueltas al tema. Quizá alguien se haya propuesto que no haya cien metros sin un semáforo. Y va camino de conseguirlo. De vez en cuando descubro alguno nuevo. Nunca desaparecen, solo se multiplican. Este último año, solo en mis calles habituales, he contado como mínimo cinco. 

Voy por la ciudad preguntándome dónde estará el próximo. No hay acera que esté a salvo de recibir ese regalo. 

Sí, ya sé que a mi me fascinan cosas sencillas. Pero he explicado que necesito nuevas distracciones.

Además, ahora, después de quitarles la capucha, (esa visera que les protegía de las inclemencias del tiempo, dándoles cierta dignidad), les hemos puesto cuenta una mejor experiencia del usuario. 

Me dirán que esa cuenta atrás es para que los peatones sepan cuándo cruzar. Pero la realidad es que,  sirve para que los conductores sepan el tiempo que les queda para usar el móvil antes de reanudar la marcha.


Con esto de los semáforos podría incluso escribir un libro, pero voy a dejarlo aquí. 

Quizá sea más sano abrir un Tik Tok.

No hay comentarios: