10 mar 2022

EMPATAR FUERA DE CASA

"Nadie acepta ya que las cosas pasan a veces sin que haya un culpable, o que existe la mala suerte"

En el fútbol como en tantas cosas en la vida hay situaciones que escapan de nuestra lógica, por mucho que queramos darles una explicación acaban sorprendiéndonos y ante eso caben dos posibilidades: aceptarlo, jugar y seguir intentándolo o ir de listo para acabar haciendo el ridículo. 

No veo un punto intermedio y sospecho cuál es la opción más utilizada.

A mi me pasa que me levanto los domingos y si pienso en la semana que está por venir me siento invencible; tengo una estrategia perfecta sin fisuras en mi cabeza, el posicionamiento ideal, un 5-0 no será raro, nos vamos a lucir; llega la tarde y me surgen algunas dudas: el rival no es cojo y quizá haya algunos factores que se me puedan escapar. Nada importante.

Como dijo una vez un entrenador: antes del partido, en la pizarra todo es perfecto: los jugadores en su posición ideal, luego el árbitro pita, se empiezan a mover y vienen los problemas.

El lunes por la mañana empiezan a pasar cosas: te das cuenta que no habías caído que el partido era fuera de casa, tu lateral derecho no se entera, molestias en un central y claro, tampoco se puede ir a lo loco. Salvas el lunes de milagro, el martes estás a punto de meterte un gol en propia puerta así que el miércoles por la mañana le estás diciendo a tu portero que aguante los saques de puerta, que el descanso está ahí y mejor no arriesgar el empate.

Si el jueves no hacemos ninguna tontería y acertamos con los cambios (que por supuesto son meter defensas y sacar delanteros) el viernes a mediodía estamos yendo al córner a dejar que pase el tiempo.

Total, nunca fue mal negocio un empate fuera de casa. 

La próxima semana no se nos escapa.

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