Estamos en pleno agosto, con una temperatura que hace que vivir pese. A mí todo me cuesta un poco más (aun) como si me hubieran puesto un par de kilos en los tobillos. Y aún así, sigue habiendo gente que se toma muy en serio a sí misma. Cuando yo solo busco aligerar, sigue habiendo quien, inasequible al desaliento, se da mucho peso e importancia.
La línea entre la admiración y la pereza es, a veces, difusa.
A favor de fliparse, yo lo hago, pero siempre sabiendo que te estás flipando. Ir de cara contigo mismo.
Cuando digo que me he flipado en esta vida, no es un farol. Por ejemplo, hubo una época que leí a Dostoievski y a Tolstoi para poder presumir de ello. Como estrategia. Estar en una discusión y soltar: "perdona, pero yo he leído a Dostoievski y tú no sabes ni quién es uno de los mejores autores de la literatura universal", da prestigio y autoridad. Siempre y cuando la discusión sea verbal, claro. Si no, tengo que buscar cómo se escribe y ese tiempo ya enfría la discusión.
Ni confirmo ni desmiento que la frase sea literal.
También lo leí porque la chica que me gustaba estaba leyendo a Tolstoi y quería demostrarle no sé muy bien qué, pero tenía que demostrárselo. Aunque eso ya, otro día.
Luego para compensar, me leo el Lecturas y me compro el ¡Hola! todos los veranos. Aquí podría decir que no se puede comer un chuletón a diario, que de vez en cuando un guilty pleassure ayuda a vivir. Que es como un kebab en mitad de una dieta. Pero lo cierto es que en estas revistas, a veces, encuentro una literatura maravillosa, y lecciones de vida sin las que yo sería un poco menos yo.
Esto último, pensándolo bien, quizá no iría mal.
Como de esto de los autores rusos clásicos hace ya demasiados años, tocaba renovarse. Así que desde el año pasado voy leyendo poco a poco "Don Quijote de la Mancha". En algún momento de 2024 pensé que, a todo lo que tengo, le añado a Cervantes y es casi como tener el VAR comprado.
A ver quién me gana una discusión.
Así que, mientras sigo las aventuras del ingenioso hidalgo, he descubierto algo muy interesante: desde que se publicó por primera vez en 1605, la obra fue tratada con cierta displicencia. Era un libro divertido, si acaso original, pero sin prestigio alguno.
Esto que hoy es imprescindible y considerada una de las cumbres de la literatura universal, pasó dos siglos como una lectura menor. Algo entretenido sin más.
¿Igual que la prensa rosa? No, nada que ver.
Quizá, el Quijote sea la mejor prueba de aquello que dice tanta gente: vamos a peor. Vamos tan a peor, que hasta "El Quijote" tiene prestigio. Si Lope de Vega levantara la cabeza, fliparía.
Es una buena reflexión para el verano. En unas semanas empieza lo que, para muchos, es el verdadero inicio del año: septiembre. Nos puede ayudar recordar el ejemplo del Quijote: igual no estás donde quieres, el esfuerzo todavía no da los frutos esperados, y te sientes perdido e incomprendido. No hay que abandonar. Lo bueno, a veces, tarda un poco más de lo que nos gustaría, o de lo que es justo (sea lo que sea la justicia).
Y si no tranquilidad: la decadencia del tiempo, acaba regalando premios y prestigio.

1 comentario:
Tú no dejes "El Quijote:y continúa tranquilamente. ( que hace calor)
Publicar un comentario