19 may 2012

CERCA DE LA CIMA

Hay días que son imposibles de olvidar; hay días que conviene no olvidar.

Aquel 21 de Mayo de 2011 es uno de los últimos. El día que caímos. Pasó lo que nunca imaginamos, ni siquiera esas últimas semanas en la que veíamos el abismo tan cerca, estábamos convencidos de que eso a nosotros no nos iba a pasar, no podía ser; no sabíamos cómo pero acabaríamos salvándonos. Pero no, caímos.

Yo recuerdo exactamente el momento en que me di cuenta que nos íbamos, que no había remedio y cómo me vine abajo. Para determinadas cosas en la vida uno nunca está preparado, aquella era una de ellas.

Si, sé que solo es deporte, que hay otras muchas cosas más importantes en la vida, pero así lo viví yo.

De hecho, uno nunca sabe cómo va a reaccionar con una situación así. El día 22 nos levantamos, y el día 23 empezamos a preparar el camino, el asalto a la cima. Sabíamos que el camino sería largo, suponíamos además que sería duro y las vistas no serían tan bonitas como las de los últimos años, pese a todo, no perdimos la ilusión. El miedo tampoco nos iba a abandonar.

27 de Agosto: empieza la subida. Desde entonces han pasado muchas cosas, casi todas buenas aunque también ha habido tropiezos. La voluntad era firme y eso siempre ayuda. Al principio se veía muy lejano, la preocupación ha estado ahí desde el principio, sentimos esa necesidad de llegar a la cima a tiempo.

Qué te voy a contar. No ha sido un camino modélico, ni siquiera lo he vivido como un sueño, no he podido. La necesidad ahogaba. Subíamos rampas, unas más duras que otras pero la cumbre estaba lejos, muy lejos. Como esos puertos del tour de 1ª categoría: no tienen las rampas más duras, pero son tan largos que tienes la sensación de que no acaban nunca y lo único que quieres es llegar arriba.

Desde hace un par de meses ya la vemos; ha dejado de ser ese punto imperceptible allí a lo lejos que casi teníamos que imaginar, nos hemos ido acercando y cada vez se iba viendo más y más grande; más y más cerca.

Las fuerzas no son las mismas que al principio, una ascensión así pasa factura física y mental y aunque hay un pequeño margen, no nos podemos permitir relajarnos.

Ahora que ya podemos incluso distinguir la forma que tiene la cumbre, que estamos tan cerca de saborear el éxito que esta vez si, nos estamos ganando, es cuando a mi me asaltan los miedos.

Desde luego hemos superado cuestas mucho más complicadas que estas últimas, pero estamos tan altos, tan cerca que una caída desde aquí... sería tremenda.

Así pues, perdonen por la prudencia, pero hasta que no coloquemos los 2 pies en la cumbre y vea hondear al aire la bandera blanquiazul, yo no lo celebro. Pero cuando eso llegue a ocurrir...fiesta y de las grandes. Al fin y al cabo, lleva sin llover desde aquel 21 de Mayo.

¡FORZA DEPOR!

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