Cuando era niño y me preguntaban
qué quería ser de mayor, lo confesara o no, siempre pensaba que el mejor
trabajo del mundo era el de tercer portero de un equipo de primera división: a
poco que te paguen da para vivir bien, te dedicas a hacer deporte todos los
días, tampoco hay que madrugar demasiado, estás en forma y, además, muy mal se
tiene que dar para no ya para jugar o liarla, sino para ir convocado: fines de
semana libres.
Quizá no es algo que pensara solo de
niño.
Aunque entiendo que hay quien tiene otras
aspiraciones en la vida y siente la frustración de estar en el banquillo.
Comprendo
a aquél que llega a un club nuevo con todo lo que implica: adaptarse a otra
ciudad, a veces hasta un país distinto con las maletas llenas de ilusiones y
ganas de jugar; hacer bien las cosas y saber hasta dónde eres capaz de
dar.
Y pasa que no siempre las oportunidades se
dan. Muchas veces uno sabe que no el problema no es que no trabajes o lo
quieras lo suficiente, porque a veces lo quieres demasiado. Pero hay cosas que
no dependen de ti. Nadie te puede asegurar que nada vaya a cambiar.
Pero tienes que seguir porque si bajas los
brazos sí hay algo que tienes asegurado.
Otras veces tienes oportunidades en
circunstancias adversas, e incluso pasa que tuviste una oportunidad y las cosas
no salieron como pensabas. Y cuesta volver a encontrar otra.
Hay otros que llevan años en el club, lo
conocen bien. Han dado su esfuerzo, compromiso y, conocen bien sus limitaciones
dando buen rendimiento hasta que el club decide traer a otro que no siempre
está más capacitado, pero todos sabemos lo que gusta la novedad. A mí me pasa con
los libros: los que me apetece leer son los que están en librerías y no en
casa.
Será justo o no, pero es una realidad ante
la que poco se puede hacer.
Hay algunos también que tuvieron la
oportunidad de irse a otro sitio, y al plantear la posibilidad se les dijo que
no, que lo necesitaban en el equipo este año. Después de algunos meses en los
que no entiende muy bien para qué lo necesitaban, la situación no es lo
que se esperaba.
Cuando vivo estas situaciones en las que las cosas no salen, (que pasa más de lo que debería), siempre pienso que lo peor no es la frustración del fracaso. Eso es algo que se puede llevar. Lo jodido es que siempre aparece alguien que saca la bandera del discursito, el inconfundible capitán a posteriori.
Cuando hacen falta soluciones realistas a
tiempo, no se le ve. Debe estar ocupado dando lecciones a otros que no las
necesitan.
Porque a estas altura nos las hemos
visto de todos los colores.
1 comentario:
había una persona a la acuñábamos de "profeta del pasado"
por ese motivo
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