25 jul 2025

MALASIA, SINGAPUR, Y UN POCO MÁS

Viajo porque me gusta. Y porque puedo.

Me pasa lo mismo con escribir y correr. Me compensa el esfuerzo. No hay más.

Hoy empiezo por el final. 

Últimamente parece que hay una necesidad de darle trascendencia a todo, correr por una buena causa, viajar para trascender, y bueno, no sé, a mí me parece que lo habitual es que la explicación más sencilla suele ser la que más se acerca a la realidad. 

Y ya tienen suerte aquellos que trascienden y se realizan solo haciendo lo que les gusta. Yo preferiría encontrar la trascendencia en hacer la colada y limpiar el baño, pero de estas cosas no me dais claves. Cabrones.

En la vida las cosas transitan, suceden. Y, en el momento menos pensado, sin saber muy bien cómo, nos vemos subidos a un tren con destino incierto. Entonces lo que toca es ponerse a construir todo tipo de explicaciones, encontrar un relato que le dé sentido. Cuando, al final, tengo la sospecha que (casi) todo es trivial y aleatorio.

Y en esas estaba cuando me di cuenta que estaba a más de 12.000 kilómetros de mi casa mientras todas las preocupaciones habituales iban cayéndose de mi cabeza y dando espacio a lo importante de la vida, que suele ser lo que no importa. 

Pensaba en qué es viajar, y quizá viajar sea no tanto irte muy lejos a un lugar donde no vas a entender el idioma, como dejar de entender tu idioma. Porque se da, por ejemplo, que domingo y martes se confunden, empiezas a confundir los días y las palabras, que no tienen nada que ver con lo que suelen significar el resto del año.

Viajar es aprender otro idioma dentro del tuyo, conocer las expresiones que utilizan otros hasta que de repente forman parte de ti y, al volver, hay una parte de tus compañeros de viaje que se queda en ti, por lo menos un tiempo. 

Parece bonito y para mí lo es. No lo será tanto para ellos, que les ha caído el marrón de llevarse con algo mío. Mala suerte, que se hubieran quedado en casa.

Viajar es hacer lo mismo que haces en casa, pero en un escenario diferente. Dentro de un tiempo tendré que buscar en el fondo de mi memoria, e incluso repasar fotos para recordar si ese templo estaba en Malaca, Singapur o Kuala Lumpur. Pero ese desayuno y lo que allí se habló ya es un tatuaje invisible e imborrable.

Viajar es, en el fondo, una pequeña vida dentro de la vida. Una vida en pequeñito, con sus injusticias, sus risas, sus momentos de tensión. Sorprenderse con lo ordinario, disfrutar lo extraordinario. Es, en realidad, un espejismo de vida, una vida irreal que podemos disfrutar algunos afortunados.

Pero pensándolo bien, a veces encuentro más realidad dentro de una mentira que en la propia verdad.

Y lo dejo ya, que no sé muy bien ni lo que digo.

Solo una cosa más: qué agradecido estoy, joder.

2 comentarios:

Perkins dijo...

A ver, yo te doy la clave, si lo que quieres es trascenderte en el baño, no tienes más oler profundamente (esnifar) la botella de salfumán o la de amoniaco antes de echar en el wáter y... te aseguro que te trasciendes.
Saludos

Happy Ken, Digame dijo...

Parfavaaaaar, Davi. Me tatúo en la mente el último párrafo 🫶🏼 Por más viajes (conversaciones y chistes malos) más 😌