26 jun 2012

CRÓNICA: IX VOLTA A PEU A CANET D´EN BERENGUER

Con 3 días de retraso, por fin consigo sentarme a escribir la crónica de la carrera.

Hacía mucho tiempo que no sentía ese cosquilleo, años podría decir. Es cierto que este año me he presentado a algunas del circuito de Valencia, pero por lo que sea: distancia, salir de Valencia, hacer la bolsa. Quizá nada de eso, o quizá todo junto. La cuestión es que volví a sentir ese cosquilleo, esos nervios que se prensentan en mi estómago.

Y esto que acabo de contar fue lo mejor de la carrera. Estas sensaciones son siempre fabulosas.

Respecto a la carrera en sí, lo más destacable fue cómo no, el calor. Calor que no por esperado dejo de ser la clave de la carrera. Para determinadas cosas no te puedes preparar.

Las sensaciones durante la carrera no fueron nada buenas casi en ningún momento. Pese a todo y aún sin encontrarme bien, los 2 primeros kms -esos en los que lo importante es encontrar un ritmo cómodo, fueron por debajo de 4:30 (km2 8:40). Muy buen tiempo era. Demasiado.

El calor en algunos momentos era asfixiante, a penas había sombras y antes de llegar al km4, la fatiga era excesiva para el momento de la carrera en la que estaba. Pese a todo, uno ya tiene experiencia en determinadas distancias y en mi cabeza intentaba concienciarme de la importancia que tenía llegar al km7 aguantando como fuera, por aquello del efecto psicológico de ver la meta a menos de tres mil metros.

El avituallamiento del km5 se me quedó corto, hubiese necesitado otra botella más para por lo menos tener la sensación de haber recuperado algo de líquido. Aún así, en este momento pese a que seguía marcando tiempo sub 45 (22:28) sabía que no sería posible.

A partir del km6 podría contar muchas cosas, pero prácticamente todo se resume a lo mismo: sufrimiento, sufrimiento y más sufrimiento. También calor.

A estas alturas de la carrera lo estaba pasando realmente mal, así que lo único que quedaba era aguantar como fuera, apretar los dientes (si, literalmente) y conseguir llegar a meta con la mayor dignidad posible.

En estas condiciones, el cartel del km9 suele convertirse en una bendición que te permite sacar fuerzas que tan solo 200 metros antes no existían. Podría intentar recordar los tiempos intermedios, o mirarlos en el pulsómetro, pero no es importante. Al final conseguí hacer un pequeño sprint para colocarme solo entrando en meta y tener un buen recuerdo de la llegada. Creo que este objetivo está conseguido.

Los 46:20 de tiempo final son un tiempo que no siendo bueno, no es malo tampoco. Quizá mejor que las sensaciones que tuve a lo largo de la carrera pero algo peor del que podría haber dado.

Creo que es todo.

Saludos!

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