Hoy es uno de esos días en los que tienes la necesidad de escribir aún sabiendo que el texto jamás estará a la altura del acontecimiento, es imposible.
Sigo emocionado. Porque por si fuera poco, ha sido este año: 2012.
Me vais a permitir una cursilada. Ayer al acabar el partido, viendo la entrega de premios, alguien en mi casa preguntó de qué material estaba hecha la copa; sin pensarlo al instante me salió de dentro una respuesta: "de nuestros sueños".
Y aquí podría acabar, pero seguiré.
Porque para llegar hasta aquí hemos pasado muchas decepciones, recuerdos amargos, la sensación de impotencia y la convicción de que a lo máximo que podíamos aspirar es a una derrota digna: la gloria no estaba hecha para nosotros.
No, nos equivocábamos, la gloria no estaba hecha para nosotros: nosotros creamos la gloria. Logramos algo que nunca nadie antes había logrado. Y eso quedará ahí para siempre ya. Es tan grande que para que alguien nos iguale han de pasar como mínimo 10 años, se dice pronto.
Pasarán varias décadas hasta que seamos conscientes plenamente de lo que significa esto. Cuando dentro de varias décadas alguien nos pregunte cómo fue posible todo esto, ahí nos daremos cuenta, y entonces esta sensación de felicidad, volverá. Porque si, porque estas sensaciones se quedan; quizá durante algún tiempo las olvidemos pero ahí estarán latentes para aparecer cuando menos lo esperemos y hacernos esbozar una sonrisa.
Llegará el día en que caigamos por supuesto. Ganar es muy muy difícil y las derrotas doleran igual que antes, eso lo tengo claro. Entonces tocará levantarse otra vez, eso será más difícil que nunca, llevamos tanto tiempo sin caer...
Decía al principio que encima ha sido en 2012, lo explico: estos 4 años han sido increíbles y la guinda se pone justo el año que bailé con la más guapa y que subí a la cima más alta del mundo. No se puede pedir nada más. Nada.
CAMPEONES, CAMPEONES, CAMPEONES
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