1 jun 2013

LA TONTERÍA DEL FÚTBOL

"En su vida un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol" (Eduardo Galeano)

Llevo toda la semana pensando qué escribir sobre lo que va a pasar esta noche y cada vez que me pongo delante de la pantalla en blanco, me suben las pulsaciones. Y así lo vas dejando pasar, llega el día señalado y casi cuesta pensar a penas 2 palabras coherentes seguidas.

Tenía una idea en la cabeza sobre lo que quería escribir, pero dudo mucho que salga algo ni siquiera parecido. No hago más que escribir y borrar.

Muchas de las personas que me quieren me dicen de vez en cuando que le doy demasiada importancia a esto, que no es para tanto, y bueno, estoy convencido de que tienen razón, pero hay cosas que uno ni puede ni quiere controlar.

Voy a poner un ejemplo. Hace 2 años, creo que era por el mes de Abril, me acosté un sábado a eso de las 6 o las 7 de la mañana, me desperté alrededor de las 14 horas del Domingo y cogí el coche para ir a Alicante a ver un soporífero Hércules-Dépor. Al acabar el partido me llamó un amigo, me preguntó cómo habían quedado y cuando le dije que perdimos 1-0 se reía. En ese momento pensé que si hubiese sabido seguro que ganábamos no hubiera ido.

Lo reconozco: llevo toda la semana con el pulso alterado, esperando que lleguen las 21 horas de hoy, que empiece a rodar el maldito balón y aunque sea una sola vez acabe dentro de la portería rival. Y ya está. Sueño con un final feliz. 

Ha sido "deportivistamente" hablando un año una temporada larguísima y durísima. En Febrero yo había perdido completamente la esperanza de estar hoy donde estamos. Solo me quedaba un resquicio: a veces cuando la lógica indica que solo puede pasar una cosa, pasa la contraria. Es una afirmación irracional, paradójica, pero sucede. De vez en cuando. Y Dios quiera que hoy sea una de ellas.

Voy a dar más argumentos a los críticos del fútbol: suelen decirnos a los futboleros cuando nos ven tan alterados por un partido: "¿qué más te da? Tu no ganas ni pierdes nada, son ellos". Quizá tengan razón, pero voy a confesarles algo: cuando gana tu equipo la alegría no es ni la mitad de intensa que la tristeza y la decepción que se siente cuando la que se te presenta al final del partido es la derrota.

Llevo un año complicadísimo, muy difícil en muchos sentidos, las alegrías cada vez son más escasas pero si hoy, la cosa acaba bien (no las tengo ni mucho menos todas conmigo) todas esas cosas seguirán sin duda estando ahí, pero pesaran menos. Mucho menos.

Y aunque le dedicaré seguro un post aparte, no quiero olvidarme, he de hacer mención a uno de los pocos ídolos que me quedan, que hoy se va y del que supongo que cuando sea mayor hablaré a todo aquél que tenga a bien escucharme: DON JUAN CARLOS VALERÓN. Gracias.

FORZA DEPOR!

1 comentario:

Edu. dijo...

Querido David:

Lo primero de todo, avanzarme: no tengo la más puñetera idea sobre qué se siente al pasar por este trago. No. Ni se me pasa por la cabeza qué puede suponer para un aficionado al fútbol lo que implica un descenso. De hecho,como bien dice la cita de Galeano con la que has introducido la entrada, uno no cambia nunca de equipo de fútbol, así que dudo mucho que alguna vez pase por el trance que te toca sufrir en este momento, otra vez...

Porque nadie mejor que tú, que vosotros, va a entender mejor lo que se siente en un momento así. Cruel por reincidente y por reciente. Me aventuro a pensar que, si cabe, lo de hoy será aún más duro. Hace un par de años no conocías qué implicaba tener que peregrinar, siquiera un año, por la "categoría de plata". Ahora sí, y por supuesto no resulta fácil.

¿Consuelo? Nada podrá consolar lo que se te pase por la mente en este momento. ¿Nada? Bueno, pocos, muy pocos, podrán girar la vista atrás y recordar a Tristán encarando a César en una noche de marzo en el Bernabéu, a Donato rematando como un obús e el primer palo a la salida de un córner cuanddo el público aún no se había sentado, a D. Juan Carlos Valerón un miércoles santo impartiendo al Milán una lección que sólo los humildes pueden infringir -infringirnos, de hecho- a los más poderosos. Ser grande es privilegio de unos pocos y, como reza el dicho, quien tuvo retuvo. Y eso queda: para siempre

A los aficionados de verdad, el fútbol nos quita más de lo que nos da y, evidentemente, hoy, mañana, toda la semana, el año que viene, van a ser jodidos. ¿Es un triste consuelo echar la vista atrás? Tal vez te suene a eso, pero, la verdad, si en el año noventa y poco a un aficionado de, pongamos, el Elche se le hubiera aparecido un hada ofreciéndole vivir para su club todo lo que el Deportivismo ha podido disfrutar en esta época, sin duda, hubiera aceptado la oferta, aún sabiendo que ese sueño no iba a durar eternamente, aúm a costa de asumir no un descenso, sino dos en la segunda década del siglo XXI.

Vete preparando, cuando el año que viene nos encontremos en el Ciutat cada quince días te tocará mantenerme informado sobre la clasificación de segunda, las tendencias de los equipos y comentar lo larga que se hace la temporada en esa categoría. Y si necesitas un acompañante para acudir a Alicante u otro desplazammiento cercano, cuenta conmigo.

No. Como decía antes ni entiendo ni podré entender qué se siente cuando se sufre un ascenso. Pero al menos, a diferencia de aquellos que no entienden qué significa para nosotros el fútbol, me puedo hacer una idea. Estás jodido, y eso me jode.

Cuando quieras darte cuenta habréis vuelto. Y yo estaré aquí , una vez más, para daros la bienvenida.

¡AUPA DEPORTIVO!

Un amigo, nieto de coruñés.