20 dic 2013

NIEVE EN OTOÑO

No estaba tan contento desde que remonté más de 100 puntos de desventaja en una partida del Apalabrados. Eufórico, vaya.

Escribo estas líneas en el minuto 41 de la primera parte, ya he salido del banquillo hacia el área técnica con los dedos índices de las manos a ambos lados de la sien. Equipo, momento de mantener líneas juntas y aguantar hasta el descanso. Que lo que hemos hecho hasta ahora (que no es ni mucho ni poco) no lo compliquemos por un despiste. Los laterales ya no suben y todo queda a expensas de que el media punta sea capaz de ver una línea de pase allá donde no la hay o uno de los extremos sea capaz de inventarse él solo una jugada fantástica y el delantero tenga acierto.

En todo caso tampoco lo espero.

Con la segunda parte y el partido de vuelta por delante llegará el momento de ser más agresivo; de momento doy por bueno el 1-1. Que ojo, tampoco es seguro que así vayamos a mantener este resultado, pero desde la banda entiendo que es lo que demanda el momento. Contención y mínimos riesgos que veo al equipo cansado.


Anoche volviendo de clase (para 2014 dejo pendiente hablaros de esas clases a las que voy, son impagables) eran alrededor de las 9 de la noche, en el bus íbamos 3 adolescentes pesados y yo. Y de repente en mitad de una cuesta, aquello empezó a patinar y colear por el hielo y la nieve. Por suerte, estaba todo tan oscuro que no podía ver si llegaríamos arriba o nos iríamos por el barranco de la derecha. El conductor, tras unos cuantos (muchos) segundos de incertidumbre, mostró la suficiente destreza para salir airoso de la situación.

Me lo tomé con filosofía, otra cosa no podía hacer. Además, como no hay mal que por bien no venga, mis 3 acompañantes se tranquilizaron un rato.

Fue para bien.


Hace un par de semanas (era Jueves, siempre los Jueves) estaba trabajando preparando un gran evento que teníamos aquí el fin de semana cuando se fue la luz. Serían alrededor de las 11 y pese a la tormenta de nieve y viento, en principio no era un gran inconveniente. Cuando a eso de la 1 fui a comprar pan y me encontré con todas las tiendas del pueblo cerradas, lo fue un poco más.

A eso de las 2:30 que no podía ni calentar la comida, aumentó la incomodidad. Poco después de las 3:30 era de noche. El tema del frío lo voy a comentar así de pasada porque no es algo que me moleste demasiado y tengo buenos jerseys para estos casos (?). Que no había ni agua tampoco merece ser comentado porque no estaba entre mis planes ducharme en esas condiciones. Pero por si le da más épica al asunto ahí queda.

¿He comentado alguna vez que aquí no hay cobertura?

Como la fiesta nunca está completa: de repente saltó una alarma en el despacho de la jefa, así que linterna en mano "salí a la tormenta" a contarle las últimas novedades de la oscuridad.

LA LUZ
Aunque en ocasiones el caos se apodere de todo, nada dura eternamente y antes de las 7 de la tarde volvió la luz.

Que nada sea eterno no significa que a veces haya situaciones que lo parezcan ya que poco después de volver la luz, llamó la policía por teléfono. Me apañé como buenamente pude, pero me apañé.

Un par de horas más tarde aparecieron 2 policías de casi 2 metros pidiendo ver la alarma. Los que no aparecieron fueron los 4 clientes que tenían que llegar.

Y ahora si acaba la historia. 

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