Alguien, no recuerdo quién, me dijo poco antes de irme que siempre llega un momento en la vida en que el deporte (en este caso correr) pasa a un segundo plano y empiezas a dedicarte a otras cosas más importantes. En ese momento pensé que tenía razón, que la vida me hacía madurar y dedicarme a mejores cosas.
Aún no he descubierto si era más estúpido pensar que dejaría el deporte dejaría de ser importante o eso de "algún día maduraré". Ahí andan.
Hay un dato muy ilustrativo de lo que significa para mi correr: la última semana de Octubre no salí a correr; hice repaso y me di cuenta que era la primera vez que ocurría desde Agosto de 2012.
La importancia que tiene correr para mi es tan grande que es difícil de explicar. Y digo correr porque cuando estaba en Valencia hablaba de entrenar, porque para mi no es lo mismo. Yo disfruto mucho más entrenando, preparando algún reto, el que sea ya que hoy por hoy estoy en barbecho no sé por cuánto tiempo pero espero más pronto que tarde pasar a entrenar. Dios lo quiera.
Algunos corredores somos muy pesados haciendo similitudes entre correr y la vida, pero el Nobel Albert Camus decía que "todo lo que se de los hombres, lo aprendí en un campo de fútbol". Yo que no soy Nobel, lo estoy aprendiendo con las zapatillas puestas.
Qué diferente es correr aquí. En Valencia puedes salir a rodar todo lo que quieras tranquilamente en llano sin problemas. Aquí no es así. El mayor tramo que he alcanzado sin una sola cuesta es poco más de kilómetro y medio. Y hay alguna cuesta que da ganas de ponerse a escalar o dar media vuelta y dejarse de estas cosas. Pero no, "tiro" hacia delante.
Forrest gump me llama una amiga.
Correr me organiza los días; y uno que tiene irrefrenables impulsos autistas, necesita ciertos órdenes vitales. Quizá sea por la cosa esa de las endorfinas, pero cuántas veces cambia el día el simple hecho de hacer unos kilómetros: los hechos siguen siendo los mismos, pero se ven diferentes. No es poco.
Observo -ahora desde la distancia, antes mucho más cerca- la moda de correr en grupo con curiosidad. Correr es un deporte individual -perdón por la obviedad- y aunque es cierto que ayuda ir acompañado a veces, convertir esto en un deporte colectivo es algo que antes o después pasará.
Yo en estos casi dos meses, a penas he sido acompañado por un perro durante unos 80 metros (5 ó 6 veces que he pasado por delante de donde vive y se ha lanzado a acompañarme unos 15 metros) y unos cuantos metros detrás de unas ovejas descarriadas que huyeron al intuir mi presencia (muy significativa la escena por cierto).
Ha sido todo un reto tener que cambiar el chip. Ya no se trata de prepararse para batir una marca, ahora el reto es conseguir salir. De momento me he acoplado mejor de lo que pensaba al mismo. Sin ir más lejos, hoy no hubiera salido hoy; la conclusión es sencilla: sea el que sea, hay que tener siempre un objetivo.
¿Y cuál es el objetivo? Llegar a navidad habiendo corrido la mitad de los días: 40. Estoy en el camino.
Por lo pronto, ha servido para desatascar unos cuantos días sin escribir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario