10 abr 2014

LA CIUDAD EN LA QUE FUISTE UN EXTRAÑO

Esta semana se han cumplido 10 años de una de las noches más increíbles, intensas y bonitas de mi vida. Recuerdo cada momento de aquella tarde como si fuera ayer incluidas las broncas de mi familia por los "gritos constantes". Maravillosa señal cuando de un partido de fútbol de tu equipo se trata.

Quizá mi deportivismo en Valencia me ha preparado para muchas más cosas de las que creía en esta vida.

Supongo que cuando empieza a hacer demasiado tiempo de todo es una mala señal. A mí por suerte no me ocurre ¿todavía? También esta semana se han cumplido 6 meses desde que cambié de país. Y más, muchas más fechas que podría mencionar. Señal de que estamos viviendo. Algo es; no sé si suficiente.


Supongo que no soy el único al que le ocurre; a veces vas andando por tu ciudad y pasas por una calle, por una esquina, por un jodido bar y tu memoria te trae a una persona. Y no tiene porqué ser un lugar donde pasara algo especial, que a veces lo es, sino simplemente pasa, viene y sin que nada haya pasado, algo cambia.

A veces no es un lugar, suele suceder con la música. Antes pasaba cuando ponías la radio y de repente sonaba ESA canción, ahora con Spotify. Cambia el medio, pero en este caso, no cambia nada. A veces es algo mucho más banal, por ejemplo, te duermes una noche con los calcetines puestos y recuerdas aquella estúpida conversación.

Y sí, ese alguien es ella. O ellas.


Todo esto (y mucho más) me ocurre a mi con las carreras. Mi memoria está llena de calles asociadas a sensaciones. Este verano viendo la Vuelta a España me emocionaba mientras veía al pelotón disputar los kms finales de la etapa de Tarragona por las mismas calles por las que corrí yo el maratón. O en Burgos, donde hice una de mis mejores medias. Podía recordar que sentía viéndolo por la tele.

Aquí me ocurre, salgo a correr y a veces hago unos kilómetros por las mismas calles por las que hace ¡un mes ya! pasaba durante aquella increíble media maratón. En ocasiones no puedo evitar que se me escape una sonrisa mientras mi cabeza va volviendo a aquél día y recuerdo exactamente cómo me sentía en ese preciso momento. De ahí, luego es fácil ir aumentando el recuerdo a gran parte de aquellos 86 minutos.

Supongo que el problema doctor, es más grave de lo que parece.

Este texto empezó con un pensamiento: quizá cuando una ciudad empieza a tener su propio recuerdo, es cuando uno empieza a dejar de ser nuevo en la ciudad.

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