10 sept 2013

CRÓNICA TRIATLÓN VALENCIA

No os podéis hacer una idea de lo que me dolió no poder hacer previa y contar entre otras muchas cosas cómo nació esta idea allá por el mes de Julio de 2012 en un hospital en Varanassi (Indida); ni poder escribir sensaciones de esa última semana antes del triatlón, por desgracia (o quizá por suerte) muchas de ellas pasarán al olvido en un tiempo, de hecho supongo que algunas lo han hecho ya.

Pero hay veces que las circunstancias obligan.

El fin de semana de verdad fue de esos que pasan en un suspiro con todo lo bueno y lo malo que ello implica, pero en el que por encima de todo deja momentos que se quedan gravados en la memoria por dentro, sin necesidad de "pintarlos en la piel".

Desde el viernes por la noche, el calentamiento del sábado por la mañana, los problemas de última hora del sábado por la tarde, la tensión, los boxes, el chip, las bicis, la gente, el miedo, los spaghettis, los olvidos, la decepción olímpica... y podría seguir durante quizá cientos de líneas.

Y así por fin llega el Domingo. Temprano, muy temprano andamos por la calle.

No puedo negarlo, cualquiera que me vio esas 2 horas previas a la salida pudo darse cuenta de que andaba acongojado, como yo creo que nunca antes me había pasado antes de una competición. Se apoderó la inseguridad de mi, y es que eran tantas las cosas que podían fallar, tantos los factores que "se me escapaban" y soy tan competitivo que supongo que sabía que algo fallaría.

Y algo falló, claro.

Había dos cosas que me daban un miedo atroz: la natación en sí misma, como concepto. nadar para mí es una tortura; y el segundo, la bici, un pinchazo (soy muy dado a ellos) que lo mandara todo a paseo sin poder hacer nada.

Por la natación voy a pasar muy rápido (por compensar lo que fue la prueba) tenía muy claro que iba a hacer un tiempo muy flojo y me salió aun peor de lo que esperaba (que ya es decir). Un fallo en la salida me retrasó desde el principio y a partir de ahí aunque no me sentí del todo incómodo fue todo mal.

Para los que os gusta reíros de los fracasos de los demás, no quedé último. Salió tan mal que ni eso os voy a poder dar. Se siente.

Saliendo tan mal del primer segmento, tenía un pensamiento en mi cabeza, de esas veces que tienes un diálogo contigo mismo y te obligas a tomar una decisión en segundos, me dije: "tengo 2 opciones: mandarlo todo a tomar por saco; o darlo todo y arreglar este desastre. Tu eliges".

Salí de la T1 como alma que lleva el diablo. Mi bici era la que era y eso me obligaba a dar un punto más que los demás. Resiliencia. Otra palabra que me decía durante las primeras pedaladas.

Me sentí muy cómodo en la bici, me veía fuerte adelantando a bastantes corredores pese a que de vez en cuando algún que otro grupo pasara quitándome las pegatinas, solo tenía que levantar un ojo y comparar bicicletas. No era mi carrera.

Varias veces me crucé con triatletas que me animaban (Jesús, creo que también me gritó David y quizá alguno más) intentaba reconocerlos por la voz, pero no estaba yo ni para levantar la cabeza. Solo podía pedalear y pelear. Sin descanso. Antes de seguir, tengo que hacer una pausa para destacar una motivación extra, que me alegró en mitad de la batalla y fue como no, ver al crack de Edu en el circuito de bici animando. Pff sin palabras.

En la última vuelta ya quedaba poca gente en el circuito y aproveché para tomar el último gel y beber bastante. Fue el gran fallo de la bici, me hidraté mal, tenía que haber llevado más agua y lo pagué en los primeros kilómetros corriendo.

La T2 la hice más rápida que la T1, por cierto, las transiciones son con diferencia lo más divertido del tri, supongo que por la novedad.

Rápidamente me puse a correr, llegaba mi momento, la parte en la que de verdad tocaba demostrar dónde está mi fuerte.

Faltaban fuerzas.

Es verdad que no dejaba de adelantar a gente y que muscularmente no sufría ni la mitad de lo que esperaba, pero en un par de avituallamientos tuve que parar a andar porque se me estaba haciendo durísimo. Tras la carrera me di cuenta de que el problema no estaba en las piernas, sino en la cabeza. Seguía bastante obzecado con el pésimo primer sector.

Cuando uno se tiene que quitar el reloj porque le molesta, es señal inequívoca de que algo no va bien y desde luego el problema no es el reloj. La familia animando, mi madre riñéndome porque ni les dedicaba una sonrisa... hasta la mitad de la segunda vuelta no encontré buenas sensaciones y empecé a disfrutar de lo que estaba haciendo.

Joder, que lo llegué a ver muy negro.

Y por fin la gloria: ese último kilómetro en que llegué a alcanzar a Vicente Ramón y ya empezaron las felicitaciones antes incluso de llegar a la rampa final. Lo habíamos conseguido.

De la recta final y la entrada en meta que valen 10 triatlones juntos no voy a decir nada porque lo estropearía. Fue una gloria. Un sueño.

La marca fue peor de lo esperado. Pienso que podría tranquilamente haber hecho 10 minutos menos. Las cosas no siempre salen como esperas y es en estos días, cuando uno no consigue lo que cree que merece en función de lo que ha preparado cuando digo que SÍ, MERECE LA PENA.

Es cierto que tuve momentos difíciles pero ni en el peor de ellos, se me pasó por la cabeza que los últimos meses fuesen una pérdida de tiempo o que aquello no tuviera sentido. Y es ahora, más de 2 días después de la competición, cuando me doy cuenta de que es cuando las cosas no salen cuando uno valora de verdad el esfuerzo y puedo decir que esto mola y mola mucho.

Porque no es verdad que todo esfuerzo tiene su recompensa. No.

Voy acabando ya esta crónica (al que le parezca larga que no la lea, si sigues aquí gracias) poco me queda por decir ya. Pese a no estar del todo satisfecho con el resultado, estoy muy contento con todo lo que he vivido para llegar hasta aquí.

Ha sido maravilloso. Gracias a quienes habéis estado en algún momento.

Qué final más cursi. Lo siento.

Saludos!

PD: Ahora sí, se viene lo bueno...

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