15 feb 2014

DONDE ME LLEVE EL MAR

Aunque con tanto cambio y tanta novedad para mí es como si hubieran pasado muchísimo tiempo, hace solo poco más de un mes que pasaron las Navidades, y en concreto de la mágica noche de Reyes de la que no me he olvidado que aun me deben un regalo. Y dejo constancia pública porque no, no lo he olvidado.

Aun hay tiempo.

La verdad que estas semanas me está costando ponerme a escribir. Sabéis los que me seguís que la felicidad es enemigo del escritor. Y aunque la felicidad está tan lejos que ni siquiera es un pequeño punto lejano en el horizonte, estas últimas semanas el barco ha avanzado entre la tormenta por lo que solo me puedo fiar del mapa (al que le faltan algunos trozos) y confiar estar hoy más cerca de Ítaca que ayer.

Dice la teoría sistémica -sin ningún ánimo de ser riguroso- que cualquier situación que afecte a una parte tiene su influencia en todo el sistema. Tan fácil de exponer como difícil de entender y sobretodo de interpretar. Yo lo he vivido.

La primera semana de Enero que estuve aquí, al ir a correr las sensaciones eran malísimas, el cuerpo no respondía y sin explicación aparente iba clavado. Fueron días duros en los que decidí que era implanteable solo pensar en preparar cualquier carrera.

El caso es que días después de esto pude empezar a intentar mejorar mi situación, además tuve algo de suerte y muy pronto se abrieron algunas posibilidades, creció la esperanza y pese a las dificultades que suponía se presentarían, esa pequeña llama hizo que como por arte de magia, esas sensaciones desaparecieran y me encontrara muchísimo mejor entrenando. Ahora ya estoy inscrito en una media maratón.

Además, también noté cómo mejoraba en algunas otras cosas que no vienen al caso.

Estos días aparecen otros problemas nuevos, distintos y que a veces uno no sabe muy bien cómo afrontar, aunque los días siguen pasando y barreras más grandes vendrán. Digo yo que será síntoma de que avanzamos. 

Para llegar a Ítaca hay que atravesar distintos mares, quién sabe si algún océano y cuanto más lejos estás de la costa más bravo es el mar. Confío en mi tripulación aunque sea solo porque no puedo hacer otra cosa.

Tengo una técnica (de momento) para tomar decisiones: si estoy cómodo es que hay algo que cambiar, quizá todo. Me pregunto si esto será así siempre.

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