11 ene 2012

YO TENGO UN PLAN

Hace ya unos cuantos meses que contaba aquí algo sobre las teorías y su razón de ser. Es momento de exponer una nueva; esta además se inicia con frase lapiesdaria, por aquello de darle mayor credibilidad:

La mayor parte de nuestros fracasos llegan porque no tenemos un plan*, es cierto que un mal plan tampoco te acerca al éxito, pero (y esto si sería discutible) siempre es preferible un mal plan a la ausencia del mismo, ya que esta segunda opción te hace crecer y probablemente, el próximo "plan" esté más cerca de ser el bueno.

Así pues, todo esto viene porque hoy quiero contar que tengo un plan para volver a coger la forma y acercarme a mis mejores marcas sin dejar de disfrutar del maravilloso mundo del atletismo popular. En este caso es además, un plan sencillo que no tiene ningún secreto: trabajo, esfuerzo y pequeños sacrificios.

Dicen que existen otros caminos para conseguirlo pero la verdad que el que yo conozco es este, así que siguiendo el sencillo y evidente principio de "no cambiar algo que funciona" es el que he elegido.

Tras varios meses en los que no he sido dueño de mi tiempo, vuelvo a tener esa libertad, así que he de demostrarme de nuevo que soy capaz de hacerlo de la mejor manera posible. En anteriores experiencias ha habido de todo: buenos, regulares y malos resultados. Confío en que esta vez se repitan los primeros.

Saludos

PD: Insisto en lo que tantas otras veces: el deporte es extrapolable a tantas otras cosas en esta vida...

*Definición de plan: intención, proyecto

1 comentario:

Pepe dijo...

Muy recomendable la idea que hay detrás de todo esto. Necesitas tener algo a lo que aferrarte, algo que te oriente cuando todo está oscuro, cuando no sabes que hacer. Si ese pequeño faro no alumbra tu horizonte estás acabado. Andas dando tumbos y no sabes como reaccionar. Lo bueno de tener un plan (por malo que sea) es que sabes a que atenerte o que es lo que quieres hacer. Mi experiencia este año es que no me he planificado, no me he parado a pensar qué quiero hacer y como, y eso hace que cada decisión sea precipitada y no meditada... lo que viene a ser ir a la deriva. Gracias a Dios uno siempre puede pararse, recapacitar, asumir los errores y volver a la mar. En ello estamos. A ver si vuelvo a leer relatos de la gacela que un día nos decía adiós al empezar las pruebas populares y no de la tortuga artrítica que los escribe ahora ;)